POPAYÁN

MUSEO DE COLECCIONES
Popayán - Colombia
COLOMBIA
Popayán y el “nido”
Ese Popayán de mi infancia, tan nítido, tan claro, era una ciudad muy simple y muy bella. Las casas eran de un gran portalón con tres o cuatro ventanas, separadas por unas superficies blancas, muy extensas… Y las ventanas, eran de barrotes, austeras, sin nada sobrante o recargado. Era una ciudad blanca…, toda blanca. Después, a todo el mundo le dio por sentirse español y mediterráneo y comenzó a dividir las casas, a subdividirlas, le metieron a las ventanas recovecos, y las grandes casas de empinados techos se volvieron de dos pisos con baranditas y todo como para hacer «manolas». Entonces ese Popayán que yo conocí, casi desapareció”[1]
“Nunca había amigos niños en la casa, así que la vida social desde entonces comenzó a no interesarme para nada […] Inventé mi propio mundo, conquisté mi propio ‘nido’, y lo que quedó para mí fue la huerta de la casa. Recorrerla, internarme y venturosamente perderme, era una maravillosa aventura, pues era enorme. Me refugiaba allí y hacía mis mejores descubrimientos.”[2].
De lo espiritual en “su” arte
Otro aspecto destacado de su vida en la Popayán de las décadas del 30 y del 40 del S. XX, -y que junto a la soledad, dejaría una honda huella en su existencia misma y en su vasta producción plástica- fue su singular relación con la religión. Al respecto, cuenta a Panesso en la citada entrevista del año 1981 que:
“siempre esperaba [el mes de] mayo con expectativa. Ese mes, mamá me sacaba de mi ‘huerta’ y me llevaba a la iglesia del Carmen en el centro de la ciudad, todos los días […] Era otra revelación, otro contacto que tenía con esas cosas trascendentales. Aquello era pura magia… yo no le ponía atención al rezo, solo al espectáculo de los candelabros prendidos, esa inundación de velas, los cantos y la letanía. Cosas que se sienten más allá de los sentidos. Lo que se veía, el olor a incienso, era un ritual impresionante y yo entraba en él. Eran visitas maravillosas, experiencias que me llenaron verdaderamente”[4].
Ese tipo de expresiones litúrgicas que tanto llamaron su atención, se correspondían además armónicamente (como lo estableció implícitamente el Concilio de Trento), con las intrincadas formas barrocas de los altares recubiertos de laminilla de oro, que desde la época colonial, enlucieron muchos de los templos del sector histórico de Popayán. Incluso podemos percibir hoy, el lejano eco de la sinuosidad “mística” de sus columnas salomónicas o sus estípites ornamentados, en muchos de sus posteriores trabajos en lámina de aluminio doblada o retorcida.
Lo anterior permite comprender además, por qué él, que ha sido señalado por la crítica de arte nacional como el gran escultor de la modernidad plástica en Colombia, incursionó en el universo de la representación escultórica “moderna”, precisamente con piezas en yeso de temática tradicional y religiosa como “Anunciación” (1948); “Job” (1944) o “La mano de Dios” (1947). Precisamente con la escultura “Virgen”, obtendrá el primer reconocimiento a su incipiente producción, el Tercer premio de Escultura en el VII Salón de Artistas Nacionales realizado en octubre de 1946 en la Biblioteca Nacional en Bogotá.
En la Escuela de Bellas Artes de Santiago de Cali
Negret realiza sus estudios básicos en el Liceo de Bachillerato en la Universidad del Cauca. Esta Universidad, ya había creado la Academia de Pintura, bajo la dirección del profesor español Emilio Porset y Martínez a quien sucedió el afamado maestro bogotano Coriolano Leudo; pero el ya joven Negret, decide ingresar en 1938 incentivado por su padre, a estudiar dibujo (hasta 1944) en la Sección Tercera (Escuela elemental y superior de escultura y artes plásticas y decorativas) de la por ese entonces recién creada Academia de Bellas Artes de Cali; institución que acertadamente exigía a sus alumnos de pintura tomar clases de modelado, y a los de escultura tomar igualmente clases de pintura. Sería precisamente en las clases de modelado, que Negret identificaría con claridad su predilección por la escultura propiamente dicha, decisión que fue motivada también, por el primer texto dedicado a su obra, escrito por el poeta vallecaucano Antonio Llanos, con motivo de la exposición con la cual cerró su ciclo formativo en Bellas Artes, texto en el que Llanos sostuvo que “[Negret] no era un pintor, era un escultor […] pues sentía las formas de una manera muy fuerte”[6]
De este periodo, datan el conjunto de singularísimas acuarelas en tonalidades pastel, que se exhiben por primera vez en público y que fueron realizadas por él, durante algunas de las salidas de campo, organizadas por la mencionada academia. Estos trabajos evidencian su innegable virtuosismo en el manejo del color y su interés por temáticas de la vida cotidiana, que le permitieron experimentar a nivel compositivo.
Después de su formación en Bellas Artes, Negret regresará a Popayán en 1944, y su amigo de la época de estudiantes del Liceo, Aurelio Caicedo Ayerbe, recuerda que en ese momento:
“Edgar hace su primera exposición en el destartalado convento de San Francisco -hoy hotel Monasterio-, donde se había procurado un espacio para taller. Casi todo dibujos de desnudos y un impresionante «carguero» de la Semana Santa. Con la revelación de que la escultura es su campo. Figuras académicas, sí, pero ya con el garbo individual, con un recorte audaz de la figura para situarla más allá del realismo como volumen estético antes que representativo. […] El público payanés -como el de toda América en ese instante- es cerril y concibe la escultura como clown de lo humano. Ello se pone de presente cuando Negret plasma -un año después de la muerte de Guillermo Valencia- (1944) su cabeza y la dona para la plaza de honor del Liceo de la Universidad (Hoy Facultad de Educación). Se trata de un bloque imponente donde el modelado parquísimo no rompe la voluntad de esfera física y psicológica. Las facciones están tratadas para ser un retrato trascendente, interpretativo.
[…] La polémica que desató la obra y los medios torpes, soslayados, que se emplearon contra el artista radicalizaron la opinión en dos grupos. El favorable a Negret era pequeño, carente de influencia oficial, pero entusiasta. Y derivó más o menos en cenáculo. No recuerdo haber concurrido a ninguna de las tenidas en su refugio del convento. Pero tengo muy presente su segundo estudio, contiguo a la casa paterna, que Edgar decoró con artesanías y elementos vegetales logrando efecto gratísimo. Allí lo visité frecuentemente. […] Visitarlo, verlo trabajar, era una verdadera catarsis. Allí estaban como ángeles tutelares las asombrosas presencias de yeso blanco”[7].
Referencias
- [1] CAICEDO, Aurelio, et al. Edgar Negret. Madrid: Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes y Archivos, 1983. Pág.: 11
- [2] PANESSO, Fausto. Una infancia sin amigos marcó el amor de Édgar Negret por la soledad. Consultado en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13115075
- [3] Íbid. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13115075
- [4] PANESSO. Op. cit. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13115075
- [5] HERNÁNDEZ, José et al. No soy abstracto. http://issuu.com/revistamundo/docs/33negret
- [6] BUITRAGO, Alejandra. Entrevista a Edgar Negret. http://www.hjck.com/personaje.asp?id=1365792
- [7] CAICEDO, Aurelio. Op. Cit. Pág. 13
Ejes Temáticos
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4 comentarios en «Popayán y el “nido”»
Mil y mil gracias, que gran paso ha dado la fundacion casa museo lea, espero esta sea una incitacion a los animos y ejecuciones de otros actores culturales. Edgar Negret un orgullo para nuestra ciudad.
Sabemos que al Maestro Edgar Negret su original estilo y técnica lo configuraron como uno de los grandes escultores en Latinoamerica, con este homenaje tan merecido, se mantiene viva su memoria.
Excelente exposición, bella y fascinante enmarcada en la vida misma del maestro, elegantemente salen a la luz piezas únicas con la gracia y el encanto de una mirada íntima y personal, maravilloso homenaje a un gran hombre de las artes del cual nos deberíamos sentir mucho más orgullosos
Muchas gracias por estos aportes que nos acercan mas a un maestro universal de la escultura como es edgar negret. Recuerdo mucho un corto colombiano sobre su trabajo en los años 70s, si pudieran conseguirlo y subirlo a esta pagina seria maravilloso.